Toca mover ficha

Incongruencias de los números, resulta que el partido ganador de las elecciones, tanto en número de electores como porcentualmente, es el gran perdedor de las mismas. Pese a que los populares han sido la primera elección de estos comicios, los históricos 35 años de frentepopulismo que vivimos en este país, los hacen sabedores de que no revalidarán el poder en casi ninguna de las autonomías que presidían, ni en muchos ayuntamientos que gobernaban. Ahora Podemos no se acuerda de la casta del PSOE, ni el PSOE del populismo de Podemos, pero eso es algo que hasta el más tonto, ya sabía.

Precisamente estos resultados, insuficientes para gobernar frente a la aglutinación de partidos que obviarán el significado de democracia al impedir que gobierne el más votado, son los que provocan el alzamiento de algunas voces en contra del derrotero de finiquitación y sepelio que la cúpula popular había tomado.

Es bastante comprensible que cada vez existan más voces que apelan a la renovación. El electorado ha dejado claro que el actual modelo popular deja muchos descontentos y no atrae a ningún segmento de la población. Hasta la saciedad repetiré que al votante de izquierdas, por muy moderado que se defina, le produce ansiedad pensar que pueda votar al PP. Los populares no tienen nada que rascar del centro hacia la izquierda, entre otras causas porque la izquierda moderada hace lustros que dejó de votar. Todos los guiños e intentos de aproximación que los populares han realizado a este segmento, solo han provocado la huida y el descontento de quienes veían una identificación ideológica en el PP.
Escaso margen de maniobra le queda a la cúpula del PP en los seis meses que faltan hasta las elecciones generales. Poco o nada puede hacer un Gobierno maniatado económicamente; y un proyecto político que se ha machacado durante tres años, no se vuelve a levantar en unos meses. Difícil tesitura que podría pasar por la refundación, y es que alguno piensa en el fuego purificador como si los diez millones de españoles que votamos al PP nos hubiésemos quedado huérfanos ideológicos.

No es necesario llegar a tal extremo, aunque sí es cierto que se debe tener pulso firme y decidido a la hora de cesar y dimitir. El que ahora algún ministro del gobierno salga anunciando que no había pasado por su cabeza dimitir, demuestra que este Gobierno anda en una nube muy lejana al sentir popular, y que practica poco la sana costumbre de cuestionar el trabajo realizado cuando todos los indicadores alertan del divorcio con la sociedad.

Se avecina una derrota terrible para las filas populares y en Moncloa y Génova se sigue practicando el dontancredismo sin apercibirse de que sin el PP a este país le va a ir muy mal.


Jorge Uriel Gómez

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