El “arriolismo” destroza al PP

Gobernar a golpe de encuestas está acabando con el PP. Los sondeos de intención de voto auguran la hecatombe para un Partido Popular cuya estrategia político-ideológica, dirigida por Arriola,  consiste, básicamente, en ser atractivos electoralmente a todo el que pase por delante de una urna. Esta estrategia malvada e inmoral, además de retratar éticamente al ideólogo que la diseñó y a los que la aplican,  ha acabado por no gustar a nadie y destrozar política, económica y socialmente a España. El resultado es un entramado político en el que, cada vez, es más difícil hacer lo correcto.
El “arriolismo” está basado en la falsedad, en el incumplimiento reiterado de las promesas electorales: impuestos, ahorro público, ETA, corrupción, aborto, familia… son demasiados asuntos los que se han obviado o quedado a medias tras tres años de gobierno. Todo esto no ha hecho más que provocar el hartazgo de todos los segmentos de votantes del PP, contentando ideológica y socialmente a una izquierda que jamás votará al PP y, sin embargo, consiguiendo el demérito de perder más del 50% de los votantes desde 2011.
No hay que confundir la templanza con el dontancredismo mantenido por el Gobierno ante la deriva secesionista, la cabalgante corrupción, la retirada de la reforma de la “ley Aido”, la excarcelación de etarras, asesinos y violadores, la subida de impuestos, el aumento de la deuda. 
La cobardía política, el silencio connivente de todos aquellos que no se atrevieron a denunciar interna y externamente el devenir personalista de un partido que ha acabado perdiendo toda identidad son la verdadera razón por la que el PP se enfrenta a los mismos porcentajes de la extinta Alianza Popular. Mariano no ha ejercido de gallego con su apariencia de no saber hacia dónde va, sino de incauto tembloroso que no sabe utilizar una mayoría absoluta para gobernar, y con ello ha arrastrado al, actualmente, único partido político que está preparado para gobernar España.
Los cuchillos andan prestos, afilados y solícitos a derramar sangre sobre el cadáver político de lo que fue el partido que alcanzó la mayoría absoluta en  2011. Desde los que se quedaron atrás, a los que van un paso por delante; todos están dispuestos a sacar tajada de lo que ellos mismos son culpables. Parece que nadie ha evidenciado que si cae el PP, cae todo un sistema de Estado. Se ha hecho tan rematadamente mal que incluso se ha acabado con la identificación satánica de un exacerbado obispo al que ya me hubiese gustado ver en una postura tan beligerante cuando gobernaba Zapatero, o con otros partidos políticos.
Rajoy ha acabado dibujando una nueva figura en política, el anti-líder, pero los anti-líder no ganan elecciones. Contrariamente a lo que pueda parecer, si el Partido Popular quiere comenzar a remontar el vuelo, si es que está a tiempo, es el momento de comenzar a hacer lo correcto y no lo que conviene a Arriola.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El populismo se arruga

Usted perderá en las elecciones

La miseria ideológica