Cuidado con lo que votamos

La irrupción de Pablo Iglesias en el parlamento europeo recuerda al de la Ciccolina en la asamblea italiana a finales de los años ochenta, en la que ocupó escaño como representante del Partido Radical, y no crean que me lo recuerda por lo grotesco y esperpéntico, sino por la enorme similitud de sus propuestas políticas. A las hemerotecas me remito.


La aparición de “Podemos” como un partido político de nuevo cuño e ideales bolivarianos, no es más que el voto ansiolítico de simpatizantes del PSOE e IU que no soportan más los hedores del cadáver socialista y sindicalista que dejó Felipe González, remataron Zapatero, Fernández Toxo y Cándido Méndez, y ahora pretenden darle sepultura los de “ni un palo al agua” del PSOE andaluz. “Podemos” es la respuesta ante la falta de liderazgo de una alternativa real al gobierno popular y la conjugación de los sindicatos con la felonía a los trabajadores. Nunca la oposición estuvo tan desorientada como ahora, ni siquiera en tiempos del efímero Hernández Mancha.
Lo preocupante de esta nueva clase de políticos es la inconsciencia con la que pretenden afrontar los grandes problemas que asolan a nuestra sociedad. Propugnan soluciones absurdas, quiméricas, irrealizables; más propias de un jardín de infancia de adoctrinado coreano, que de un profesor universitario que pretende ser adalid de una sociedad que en su inmensa mayoría - la abstención - ni lo quiere, ni lo necesita. “Podemos” constituye una nota disonante, un autocomplaciente partido político que no sabría subsistir sin tener enemigos, organiza el populismo enraizado en las más profundas capas de la desesperación social, es como una función de carnaval pero con todo el rigor de una protesta formal.
Este movimiento político de hartazgo, alimentado por la negligente actitud de otros, debería ser flor de primavera que marchitase en cuanto los albores de la realidad asomasen.  La materialización de parámetros macroeconómicos y la envoltura de radicalidad que les caracteriza, le impedirán un crecimiento más allá de los márgenes que dejen IU, la ezquerra catalana, los abertzales y el bloque nacionalista gallego. Claro que, también le queda a Caballas experimentar con ellos a ver si así suena la flauta.
No es que España tenga un electorado inmaduro que no sepa elegir. Comparados con Francia en la que la extrema derecha ha ganado los comicios, lo de “Podemos” solo es un brote de acné que ha encontrado su caldo de cultivo en el momento propicio. Hasta la fecha, la tele-basura siempre había mostrado su afición por la generación de polémica, todo por la audiencia, menos contar la verdad. Desde ahora, también habrá que agradecerle la fabricación de productos mediáticos que acaban ocupando escaño en representación de una audiencia aficionada a esos gustos, y que condenan a España a dar una imagen bananera ante el resto de Europa.

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