Arrostrar con elegancia

Ni abdicar, ni dimitir, ni deponer es arrostrar; además hacerlo con elegancia y en el momento oportuno se antoja de difícil consecución.

Justo en la semana en la que el PSOE dirimía su supervivencia, la legítima, y deseada con la boca chica, abdicación del rey, lejos de servir de salvavidas de portadas a un PSOE que estaba de necrológicas, ha mostrado la verdadera descomposición de un socialismo que se debate entre la política de Estado y la chalanería del irreflexivo populismo.
Las discrepancias entre socialistas sobre el cambio de la jefatura de Estado es una muestra indeleble sobre la prevalencia de intereses y ocurrencias particulares ante las actuales necesidades de la nación. Parte del PSOE ha mostrado una actitud pueril solicitando un referéndum que pilla con el paso cambiado al país, con una economía cogida con pinzas, las instituciones democráticas denostadas, la valoración de la representatividad política por los suelos y segmentos sociales de intransigencia e intolerancia pululando por las calles ¿Acaso queremos repetir la historia?
Zapatero no solo destrozó al país, también se cargó al socialismo español. La tontiloca forma de gobernar que trasladó a la sede de Ferraz puso contra las cuerdas a una ideología que ya no aguantaba más el paso del tiempo ni los platos rotos de los desmanes que cometía un gobierno más preocupado por engordar su ego que por lo que sucedía en el país.
El principal problema de los partidos es la ceguera. El no saber ver cuándo es necesario dar marcha atrás, cuándo hay que pedir disculpas, cuándo hay que decir basta, y cuándo hay que rectificar. El emponzoñamiento en el que el socialismo se ha metido él solito, lo están pagando ahora muchos de sus militantes y la democracia española que necesita de una oposición fuerte, constructiva y con sentido de Estado.
A no ser que pensemos que IU, CiU o Bildu son la fuerza opositora en España.
Una cosa es arrostrar y otra es la tozudez. Si el PSOE cree que el modelo andaluz es el pilar ideológico sobre el que construir el futuro, están dando por sentado que la corrupción, el nepotismo, la oligarquía, y la sobreabundancia de paro, pobreza, dependencia social, y fracaso escolar es el futuro que proponen para España. Características para nada prerrogativas del socialismo, pero sí abundantes en esos lares.
 El PSOE debería dejar de mirarse en el ombligo de Susana Díaz, recapacitar, tener un gesto de humildad y pensar que la campaña de marketing de imagen de Susana se la está haciendo un tal Juan Manuel Moreno que obtuvo el pago a la fidelidad sostenida en el congreso de Valencia, a la sazón personaje que guarda paralelismo curricular con la presidenta de Andalucía: nunca han dado un palo al agua fuera de la política.

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