El populismo se arruga

No cante victoria, pero la derrota moral que acaba de sufrir el populismo holandés es un alivio para la prosperidad de la sociedad europea. El fracaso del neofascismo - la otra cara de la moneda que comparte con el neocomunismo - podría suponer, parafraseando a Churchill, el final del principio de los populismos europeos. Lejos de que esta vetusta y excluyente ideología política henchida de fobias abandone nuestros horizontes parlamentarios, parece haber recibido un revés no definitivo, pero sí decisivo, en una batalla que se acabará dirimiendo en la Francia dicotómica de las libertades y de Le Pen . El dicterio al que nos tienen acostumbrados este tipo de políticos, a los que la Constitución les parece papel mojado, y los símbolos nacionales una “cutre pachanga fachosa”, les ha llevado a ser percibidos como lo que son, una ideología basada en el desprecio hacia los demás, un desprecio visceral y radical, con el franco deseo de exterminar pública y socialmente, a quien no milita c...