No todo es economía
Negar la recuperación económica es mostrar ceguera ante la evidencia, estar tan ciegos como proclamar que esa recuperación ha llegado a los hogares, o que todo está sano y salvo ocurra lo que ocurra.
Nada más lejos de la realidad que, dar por sentado que la pobreza está desapareciendo de las calles de nuestro país, y que el camino iniciado es robusto, estable, directo e imperturbable. Lo único cierto de esa recuperación de parámetros macroeconómicos es: que existe, que todavía no ha trascendido a los hogares españoles, y que sin estabilidad política se irá todo al traste.
Los españoles siempre hemos confiado en los Populares para la economía, y pese a que esta vez se ha construido a base de infligir pobreza a las clases medias con unos impuestos, tasas y facturas de electricidad y agua propias de otros países con salarios mucho más elevados, hay que reconocer que lo han vuelto a hacer, han sacado a España adelante. Lo único cuestionable son las formas.
Observemos el espectro político que intenta rivalizar con los únicos que todavía sostienen cierta conciencia de Estado, los Populares. Mirar en su derredor es demoledor en términos de realismo económico. Me resulta difícil imaginar que todos aquellos que se muestran como alternativa de centro, bien por la izquierda, bien por la derecha, hayan sido capaces de poner, negro sobre blanco, las cifras que corresponden a todas las propuestas que hacen. En España, actualmente, no existe alternativa política económica. Eso no quiere decir que no sea posible, simplemente que ningún partido ha hecho un planteamiento real de sus propuestas económicas. Es muy fácil anunciar que se va a bajar tal o cual impuesto y creer que se van a mantener los mismos servicios públicos con menos dinero. Los milagros son una cosa más seria. España no está para experimentos económicos, tampoco para apuestas populistas, a no ser que queramos probar la misma medicina que los griegos.
Pero no todo es la recuperación económica. Los populares van a tener que esforzarse un poco más en explicar su proyecto social tras dejarse en el tintero prácticamente todas sus promesas en esta materia. Nadie se hace responsable de haber perdido entre 2 y 4 millones de votos por este asunto. Y, pese a que todo apunta a Arriola en la cabecera de Rajoy, y a Celia Villalobos, cónyuge del primero, expulsando del partido a sus militantes por opinar diferente a ella, el partido no toma cartas en el asunto, y ella lo celebra, días después, jugando al Candy Crush en el debate del estado de la nación el mismo año en el que percibe 102.000 euros anuales, 21.000 de ellos libres de impuestos, por sus quehaceres diarios... Jugar al Candy Crush.
Los españoles siempre hemos confiado en los Populares para la economía, y pese a que esta vez se ha construido a base de infligir pobreza a las clases medias con unos impuestos, tasas y facturas de electricidad y agua propias de otros países con salarios mucho más elevados, hay que reconocer que lo han vuelto a hacer, han sacado a España adelante. Lo único cuestionable son las formas.
Observemos el espectro político que intenta rivalizar con los únicos que todavía sostienen cierta conciencia de Estado, los Populares. Mirar en su derredor es demoledor en términos de realismo económico. Me resulta difícil imaginar que todos aquellos que se muestran como alternativa de centro, bien por la izquierda, bien por la derecha, hayan sido capaces de poner, negro sobre blanco, las cifras que corresponden a todas las propuestas que hacen. En España, actualmente, no existe alternativa política económica. Eso no quiere decir que no sea posible, simplemente que ningún partido ha hecho un planteamiento real de sus propuestas económicas. Es muy fácil anunciar que se va a bajar tal o cual impuesto y creer que se van a mantener los mismos servicios públicos con menos dinero. Los milagros son una cosa más seria. España no está para experimentos económicos, tampoco para apuestas populistas, a no ser que queramos probar la misma medicina que los griegos.
Pero no todo es la recuperación económica. Los populares van a tener que esforzarse un poco más en explicar su proyecto social tras dejarse en el tintero prácticamente todas sus promesas en esta materia. Nadie se hace responsable de haber perdido entre 2 y 4 millones de votos por este asunto. Y, pese a que todo apunta a Arriola en la cabecera de Rajoy, y a Celia Villalobos, cónyuge del primero, expulsando del partido a sus militantes por opinar diferente a ella, el partido no toma cartas en el asunto, y ella lo celebra, días después, jugando al Candy Crush en el debate del estado de la nación el mismo año en el que percibe 102.000 euros anuales, 21.000 de ellos libres de impuestos, por sus quehaceres diarios... Jugar al Candy Crush.
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