Conozca a la persona, vote al político

 Noventa jornadas nos quedan por soportar hasta el 24 de mayo, día de elecciones locales y regionales. Noventa veces veremos ocultarse al astro rey, impasible ante la enorme cantidad de sandeces con las que nos bombardearán los titulares políticos. Un maremagnum de promesas que, a ciencia cierta, veremos incumplidas, saturarán nuestros ojos y oídos hasta colapsar nuestra capacidad de entendimiento para lograr el objetivo buscado: votar con las vísceras y no con la razón.
    El voto es una herramienta que ha perdido muchos de sus valores en democracia. La representación queda en entredicho por la baja participación. El apoyo a la implantación de programas políticos es una quimera por el incumplimiento sostenido de las promesas electorales. Y la legitimación del poder se justifica a hilvanadas por los escasos procesos de “impeachment” que existen en la legislación española, a lo que hay que añadir la escandalosa injerencia del legislativo y el ejecutivo sobre la justicia.
    Sin embargo, esa suma de votos será la que sitúe en los diferentes órganos de gobiernos a personas que tomarán decisiones que pasarán por el juicio de sus conciencias, en algunos mayúsculas, en otros minúsculas y en no pocos inexistentes. Aquí tiene la primera razón para votar. Si usted no cree en partidos políticos, o cree que el sistema democrático es perverso, no olvide que con su voto puede situar a una u otra persona en el sillón que decidirá la beca de su hijo, el proyecto escolar, el precio de matrícula de la universidad, o lo que va a pagar usted por el IBI de su vivienda.
    Así que examine detenidamente las listas electorales, pregunte por sus componentes e intente conocerlos en el ámbito personal y profesional, porque lo que hagan una vez estén sentados en el mullido sillón del poder, será fiel reflejo de lo que les atormente a la hora de conciliar el sueño. La política no es como La Legión donde “nada importa su vida anterior”, ni como un confesionario católico donde quedan perdonados los pecados. En política suelen desarrollarse de modo exponencial todos los defectos personales; es más, algunos buscan su hueco en política para expandir sus habilidades criminales y delictivas como nunca. Por lo que debemos andar con mucho ojo a la hora de decidir la papeleta que introduciremos en la urna.
Si usted vota a un ladrón, o a alguien acostumbrado a mirar hacia otro lado, o a una barriga agradecida, este lo seguirá siendo y además con más ahínco que nunca porque la oportunidad lo ofrece. Si vota al que defraudó a Hacienda, estará votando a un pillastre que seguirá robando a los demás para beneficio propio. Si vota a quien generó conflicto y malestar laboral, estará votando a un potencial opresor de funcionarios públicos. Si vota a un absentista, estará votando a un defraudador, a un mentiroso. Y es que la persona define al político.
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Jorge Uriel Gómez

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