Perezosos mentales

El precio de desentenderse de la política es el ser gobernados por hombres peores” . Estas palabras pronunciadas hace 24 siglos por Platón preconizaban la actual situación de España. Y no es que lo que venga pueda hacerlo peor, difícil lo tienen; es que lo venidero puede acabar con nuestro sistema democrático y de libertades.


Gracias a la globalización de la información, cada vez hay más conciencia política, y pese a ello el desánimo ante las urnas es mayor. La identificación de las instituciones públicas como fuentes de problemas por manirrotas, bajo sospecha de corrupción, e incapaces de solventar los problemas cotidianos,  se ha convertido en un pensamiento hegemónico e indiscutible que aleja toda esperanza de participación democrática.
Como anunciaba Jean François Revel en su libro “El conocimiento inútil”, toda esa cantidad de información disponible no nos está sirviendo para mejorar nuestro sentido crítico, algo apuntillado últimamente por Fernando Savater con su definición de populismo como democracia para perezosos mentales.
Todos somos políticos en ejercicio, desde los que acudimos a la llamada de las urnas hasta los que se quedan en casa; nuestra papeleta o la ausencia de ella refleja un acto de razonamiento, o de corazón, o de pereza; pero un acto voluntario que nos eximirá o nos responsabilizará del devenir social de nuestro país. No tener conciencia de ello es una mutilación de responsabilidades, alimentada por la indigencia ética, política e ideológica, que comienza olvidando que: "tampoco los que les hemos elegido nos hemos lucido como políticos".
Perder de vista el conjunto de avances sociales que se ganan o se deterioran con nuestras acciones individuales es objeto de los populistas que han sabido transformar la indignación ciudadana en ofuscación personal, y esta en intención de voto. Dar por hecho que esto no puede ir peor es una imprudencia temeraria cuyo coste puede ser la pérdida de libertades o el concepto de Estado tal y como lo entendemos hoy día.
La aplicación de política de tierra quemada con las instituciones públicas para realizar un asalto quintacolumnista al poder solo nos traerá peores consecuencias de las que estamos sufriendo ahora. No existe en la historia de la humanidad ningún gobierno populista que haya mejorado las condiciones de vida de los ciudadanos, al contrario, el populismo se ha mostrado como un voraz liberticida capaz de arruinar a una sociedad por generaciones ¿Por qué habría de ser diferente ahora?
Nos pasamos buena parte del tiempo tomando medidas preventivas para cuidar al medio ambiente, sin embargo irreflexivamente no tomamos medidas preventivas sobre la ruina de país que podemos dejarles a nuestros hijos con el auge del populismo.
Es innegable que la actual situación política es insostenible, pero de ahí a creer que la solución vendrá con los populistas hay un abismo infranqueable por el sentido común.

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