Confundir democracia con caprichos

Treinta años de inacabado proyecto andaluz socialista y ambiciona erigirse como modelo a exportar al resto de España. La impronta de paro, pobreza, miseria, fracaso escolar, corrupción, sectarismo, radicalidad y  arbitrariedad pretende ser exportada bajo el marchamo-yugo de un socialismo que ha perdido todo referente ético, programático e ideológico, permitiéndose el insensato lujo de arrinconar a sus históricos militantes. Características que no son patrimonio exclusivo de la izquierda política.

Este socialismo de salón, nacido en el seno de las más aristocráticas y menos piadosas cofradías sevillanas,  acostumbrado a cometer excesos desde que pisa alfombra roja, y que exhibe , sin pudor,  sus opulentas y opíparas degustaciones de crustáceos a costa del erario público, ha confundido la democracia con hacer lo que le venga en gana.
Y lo que les viene en gana no son más que caprichos en aras de la ocurrencia de turno que siempre pasa por beneficiar a algún amigote.
El latrocinio sin medida de los EREs, los ganzúas de Mercasevilla, los cortabolsas de Invercaria, los mangantes del caso Malaya, o los descuideros del caso Majestic, son algunos de los ejemplos de lo que se entiende por democratizar el erario público bajo el prisma del mismo socialismo andaluz.
Tampoco andan cautelosos con eso que vienen a denominar ingeniería social y no es más que la imposición de un pensamiento único y gris, el encefalograma plano de una izquierda que se mira constantemente al ombligo.
En 1995 despenalizó el delito de corrupción de menores, en 1998 votó en contra de la penalización de la venta y difusión de pornografía infantil, y ahora una nueva ley que impone una ideología perversa cuyo creador, John Money, condujo al suicidio a dos hermanos que sometió a sus aberrantes experimentos sexuales.Una nueva ley en la que exigirá discriminación positiva laboral a favor de transexuales, o la mordaza a la prensa, o la arbitrariedad en la educación de nuestros menores.
Y todo ello a tenor de un documento de carácter privado denominado principios de Yogyakarta que se entregó en la ONU y que la ONU no ha ratificado. En este país hemos pasado de perseguir homosexuales,  a perseguir heterosexuales, la cosa es que nos empeñamos en perseguir a la gente por lo que hace con sus entrepiernas.
El último capricho de la reina de taifa es manejar patrimonio público, unas viviendas públicas, como si fuesen moneda de cambio social, o mejor dicho, las 30 monedas de plata pagaderas a Izquierda Unida a cambio del gobierno en la comunidad andaluza.
Resulta todo un espectáculo observar a la propia Susana Díaz intentando hacer prevalecer la ley ante un miembro de su gobierno , pero sin cesarlo.
Todo ello buscando un pretexto para un adelanto electoral que pille al Partido Popular con el paso cambiado y con un candidato que solo conocen en su casa a la hora de comer.

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